Una de las películas de apertura de esta 36° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata fue Una Mujer, de la directora argentina Jeanine Meerapfel, dentro del panorama Autoras y Autores.
Con la presencia de lujo de su directora en sala, Simbiosis estuvo presente en la premier mundial de este nuevo film que dará mucho de lo que hablar.
La primera escena que vemos es un plano de un gran árbol, mientras la cámara en movimiento lo recorre, haciendo hincapié en las grandes raíces que lo sostienen. Y es que Una Mujer nos sumerge en la vida de Marie-Louise Chatelaine, madre de la directora, haciendo un recorrido por su vida, desde la niñez hasta la vejez.

La película plantea un conflicto de entrada: la necesidad de poner en orden los recuerdos. Es desde este punto de partida que Meerapfel comienza a contarnos sobre su mamá, inmigrante francesa que llegó a Argentina junto a su familia para asentarse en el país, escapando del régimen nazi en Europa. Malou, como la apodaban, era una bella mujer caucásica de ojos azules, quien con su esposo Carl había tenido la oportunidad de viajar a diversos lugares del mundo y llevar una vida cómoda. Pero eso es sólo el principio de un gran ovillo que se irá deshaciendo hasta llegar a la fibra más íntima.
Meerapfel vuelca en esta película el resultado de una extensa y dedicada investigación sobre su madre, yendo a los lugares en los que estuvo, descubriendo cosas que no sabía sobre ella, reflexionando y reorganizando su memoria. Durante los dos años y medio de rodaje, el equipo recorre países y ciudades de Europa y Argentina en los que Malou estuvo y vivió momentos claves de su vida.
Esta es la biografía de una mujer como cualquier otra, con sus buenos y malos momentos, una historia particular que a su vez es colectiva, con la inmigración de europeos a nuestro país y la condición de mujer en un contexto histórico donde las desventajas y dificultades están a la orden del día. Resulta casi imposible no sentir a nuestros propios bisabuelos y/o abuelos en las vivencias de Malou. A su vez que Meerapfel nos comparte sus propias impresiones y pensamientos mientras se adentra cada vez más en el pasado de su madre. ¿Cuánto conocemos realmente sobre nuestros antepasados y sus vidas? ¿Cómo se sintieron al llegar a un continente desconocido, a veces con poco o nada en sus valijas y billeteras? ¿Cuáles fueron sus primeras impresiones? ¿Cómo vivían antes de venir? ¿Qué esperaban al llegar? A medida que Malou crece y experimenta nuevos momentos y sensaciones, también lo hacen las incógnitas sobre nuestra propia historia.

Jeanine asegura haber conocido más a su mamá después de realizar esta película, tan sincera y conmovedora. A medida que ella viaja tras el recuerdo de Malou, mientras lleva consigo las pertenencias que ella le heredó, el tiempo pareciera pasar a segundo plano y desdibujarse cuando vemos una foto de nuestra protagonista en el lugar en el que fue tomada décadas atrás. Algunos sitios parecen irreconocibles, mientras que otros se mantienen iguales, como si el tiempo se hubiese detenido.
La directora reflexiona sobre las fotografías también, concluyendo que ellas han llegado a reemplazar algunos recuerdos en la memoria. Ese abrazo, ese roce, ciertas expresiones, hoy parecen difíciles de recordar porque la imagen que tenemos enfrente ha tomado su lugar.
Como esto, el film nos abre el debate sobre otras cuestiones, como el alma de la Ciudad de Buenos Aires, que ahora parece haber mutado y perdido un poco como consecuencia de la urbanización y las diferencias marcadas entre los que la habitan. Lo que antes no era así, pues a pesar de todo, había una historia y ética común que unía a los ciudadanos. Pero si no la ejercitamos, la memoria se debilita con el paso del tiempo.
Una Mujer es una de las propuestas más interesantes de este Festival, tocando nuestra fibra sensible, Jeanine Meerapfel nos abre su corazón para hablarnos de su historia familiar, que para nada es ajena a la nuestra y a los contextos históricos y sociales en los que se desarrolla, algunos muy actuales.