En el cine y en la literatura, muchas veces se vende esta idea romántica de que es posible salvar a alguien: en especial a alguien que acaba de llegar a tu vida; en especial a alguien con quien estás desarrollando una relación amorosa; en especial a alguien que es tu alma gemela porque las estrellas así lo dicen.
Creo que esta idea es una gran mentira. No considero que nadie nos pueda salvar al cien por ciento porque, al final del día, es uno quien tiene que salvarse a sí mismo. Sin embargo, la gente a nuestro alrededor, la gente que más nos conoce, nos puede tirar cada tanto un salvavidas. Somos seres sociales, necesitamos contención, escucha, cercanía.
En lo personal, algo que siempre me salva es la literatura, cuando la comparto y cuando me la comparten. Cuando alguien me presta un libro o me recomienda un/a autor/a.
A continuación, dos poemas que hablan de cómo salvar a alguien y un tercer poema que habla de dónde buscar nuestra salvación.
Juarroz, poeta argentino, nos plantea la soledad, ese momento oscuro en el que estamos solos frente al abismo. Entonces nos dice que pensar en alguien, invocarlo en silencio, en la distancia, es también una forma de salvarlo de esa ausencia total del otro e incluso de uno mismo.
Poema 9, Roberto Juarroz

Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.
Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.
Por otro lado, tenemos al romántico de Sbarra, otro poeta argentino. En su último libro, El mal amor, la destrucción y el caos se detienen cuando alguien pronuncia su nombre. Nombrar a alguien en voz alta, como un conjuro, nos devuelve del olvido, del silencio.
José Sbarra

Alguien pronuncia mi nombre
la grúa detiene su acción devastadora
alguien pronuncia mi nombre
los obreros se quitan los cascos y abandonan su tarea
alguien pronuncia mi nombre
soy una demolición en suspenso.
Por último, un poema de Adam Zagajewski, poeta y novelista polaco, que nos dice que para encontrar consuelo tenemos que buscar entre lo creado por otro. El arte, en su totalidad, como salvavidas siempre.
En la belleza creada por otros, Adam Zagajewski

Sólo en la belleza creada
por otros hay consuelo,
en la música de otros y en los poemas de otros.
Sólo otros nos salvan,
aunque la soledad sepa a
opio. Los otros no son el infierno,
si se les ve temprano, con sus
frentes puras, lavadas por sueños.
Por eso me pregunto qué
palabra debería utilizarse, «él» o «tú». Cada «él»
es una traición a un cierto «tú» pero
a cambio el poema de alguien
ofrece la fidelidad de un grave diálogo.