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This is…’Atlanta’: Segunda Temporada

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En 2016, Donald Glover (que para algunos suena más como Childish Gambino) sacó su tercer álbum de estudio, habiéndose dedicado a desplegar sus habilidades como músico y guionista durante más de una década. Ese año también se estrenó Atlanta, serie escrita y protagonizada por él mismo, ganadora de un Globo de Oro como Mejor serie de televisión y nominada a cuatro premios Emmy, por guión, actuación y dirección. La primera temporada fue después incorporada a Netflix, y ahora la plataforma incluyó la segunda, bajo el título de Robbin’ Season.

El año pasado Childish Gambino lanzó una de sus más controversiales canciones, This is America, con un videoclip que le valió premios, reconocimiento internacional y dedicados análisis conceptuales en revistas, blogs y reseñas de Youtube. El tema hizo ruido por ser una áspera crítica social, muy bien producida y cargada de simbolismos, palpitante en tiempos de Trump y un poder de ultraderecha que se despliega sin sutilezas por toda América. Con la misma fuerza transcurre Atlanta, que se distingue desde el piloto por sus brotes de ironía, con una cuota de oscuridad omnipresente.

En la primera temporada nos presentaron a Earn (Donald Glover), ex estudiante de la Universidad de Princeton y ahora representante de su primo Alfred (Brian Tyree Henry), un rapero que se encuentra en libertad condicional, y cuyo nombre artístico es Paper Boi. A ellos se les suman el excéntrico Darius (LaKeith Stanfield) y Van (Zazie Beetz), ex novia de Earn y madre de la hija que tienen en común. La historia se desarrolla –precisamente- en Atlanta, y funciona como retrato tragicómico de la discriminación racial en los Estados Unidos.

La segunda entrega vino aún más afilada. Con un ritmo variante, los conflictos avanzan de manera episódica, explorando con mayor detenimiento el carácter de cada uno de los personajes. Fue en buena parte dirigida por Hiro Murai, cineasta estadounidense (también director de “This is America”), por la actriz y editora Amy Seimetz, y por el mismo Glover. La temporada, que bordea –y a veces transgrede- los límites del absurdo y la reflexión existencial, explora los vínculos, las complicaciones comunicacionales en la era millenial, y el duro punto en el que la fama, el éxito y los ideales toman caminos separados.

Aunque la evolución narrativa es pareja, hay dos capítulos que sobresalen, tomando vida propia en la composición final: Woods, en el que Alfred se pierde en un bosque lindante durante una noche entera después de ser asaltado; y Teddy Perkins, un thriller en el que Darius conoce al dueño del piano que compró por internet, un macabro personaje que desde el primer instante evoca a un fantasmal Michael Jackson. La similitud no es arbitraria. El capítulo se convierte en una mini película de treinta y cinco minutos que desciende tenebrosos niveles en la trama, y que fue considerado por la crítica como uno de los más innovadores y salvajes de la televisión.

‘Teddy Perkins’

Al igual que en la primera parte, la banda sonora tiene un lugar especial. Quizás como se esperaría de una serie como Atlanta (no es que haya muchas series como ésta, en realidad), la selección musical es delicada: piezas del rap de la vieja escuela; clásicos de Stevie Wonder o Nina Simone; hits de la última década, como Hotline Bling de Drake.

En conclusión, Atlanta compagina los elementos necesarios para hacer de ella no sólo un producto que funcione; es además uno que resuena, como un prolijo examen de conciencia, visualmente llamativo e inteligente en su estructura. Aunque todavía no hay fechas de estreno anunciadas, sí se confirmó que entrará en producción una tercera temporada. Al parecer, habrá que esperar a los tiempos de Glover, porque proyectos no le faltan.

Autor

Lucila Acciarressi

Comunicadora y periodista cultural.

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