Maggie Gyllenhaal arranca viaje como directora con su ópera prima, “The Lost Daughter” (2021), una adaptación de la novela escrita por Elena Ferrante (2006). The Lost Daughter, o “la hija oscura”, es el quiebre de los espacios correspondidos a la mujer/madre adentro del hogar y extendido; la manifestación por independizarse del modelo familiar constituido a través de las imposiciones canónicas de la maternidad.

Leda (Olivia Colman) vacaciona en Atenas. Desprendida del trabajo como profesora, pasa los días en una isla donde ciertos acontecimientos de su pasado como madre y esposa, se instalan y reconstruyen, a través de un acontecimiento que involucra a Nina (Dakota Johnson). Desde el encuentro con Nina, observarla a la distancia, como cuando contemplamos lo que fuimos, eso que se repite y nos atrae desde la identificación, lo que hubiésemos querido ser o lo que no podemos ser capaces de juzgar, acontecen siendo pinceladas del cuadro familiar de Lena.

La obligaciones maritales, la condescendencia que implica a veces maternar y la dependencia recíproca con la figura inocente de los hijos, vuelven la estadía de Leda un viaje con un peso emocional de reflexiones, consecuencias y miradas cargadas de ideología sobre la elección de dar portazo a la familia y priorizar las pulsiones ante que los roles.
En su etapa de madre treintañera aparecen los condimentos que fueron parte de la cocina de sus decisiones. Un marido que poco hace y su mal ayuda, están únicamente ligadas a cuestiones de disponibilidad. Con sus estudios y formaciones académicas que se ven limitadas por la atención y cuidado de sus hijas, Lena empieza a incrementar las ansias de un respiro de rutina, de rol, de sostener esa naranja y el ir girándola mientras la hoja del cuchillo desprende la cáscara en un hilo entero, metaforizando las exigencias y convirtiendo en un acto perfectista y demandante a eso que, quizás, podría ser algo sencillo.

Después de una intensa búsqueda por el robo de la muñeca de la hija de Nina. Después de ver a la infante prácticamente sin poder seguir su vida con la ausencia de, para nosotros, un juguete, sin despegarse de su madre, sin dejar de demandar esa atención que la haga olvidar su pérdida, Leda decide devolverle, una vez haberla limpiado lo mejor posible, la muñeca al personaje de Dakota Johnson. Personaje que lleva la tarea de hacer espejo de la juventud con el esquema y el egoísmo de la maternidad canónica presionando y acorralando las inseguridades y malestares generados por la vara expectante de la función de madre. Una función transgeneracional que empieza, de a poco, a hacer su minucioso trabajo en la inocencia de la nena como un juego instalado.
Cuáles son los límites que tiene la exigencia establecida desde el afuera, respecto a la figura de la mujer. Qué consecuencias acarrea el cortar la naranja imperfecta, el lazo que cubre la pulpa intacta… Qué manifiesta ser una “madre antinatural” según la protagonista, Leda. Quizás explotar y poder sentirse: “Increíble”.