“¿Sería capaz de conmover todavía la historia de la ejecución pública de aquellos dos hombres, en un país donde treinta mil personas habían sido aniquiladas en la oscuridad más obscena?”, se pregunta Mauricio Kartun -dramaturgo argentino inscripto en la línea brechtiana del teatro político- en la antesala de su obra Sacco y Vanzetti. Dramaturgia sumaria de documentos sobre el caso. La respuesta es, claramente, afirmativa, tanto allá por el 2001, cuando fuera publicada por primera vez en nuestro país, como en cada una de sus puestas en escena; y aún más en este 2021 en vísperas de unas elecciones parlamentarias sumamente particulares.
El 14 de julio de 1921, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti -inmigrantes italianos y militantes anarquistas- fueron condenados en Estados Unidos por robo y asesinato, crímenes que, tras la ejecución de ambos en la silla eléctrica, se comprobaría que no habían cometido. En pleno contexto de Revolución Rusa y ante los intentos por parte del sector burgués en auge de frenar -de cualquier forma- el espíritu revolucionario del proletariado, la detención de Sacco y Vanzetti no tardó en interpretarse como parte del llamado “temor rojo” ante las tensiones sociales en aumento entre los sectores de derecha e izquierda en Norteamérica. Así, tanto su encarcelamiento, como el juicio y la condena posteriores, buscaron ser ejemplo de castigo para quienes formaban parte de las huelgas y a quienes había que atemorizar lo más rápido posible.

El caso de Sacco y Vanzetti se convirtió, entonces, en símbolo de injusticia y lucha anticapitalista. Sin lugar a dudas, se los ejecutó por inmigrantes, anarquistas, revolucionarios y fieles defensores de la igualdad. Su condena generó un sinfín de manifestaciones en distintas partes del mundo y también innumerables obras artísticas en su honor, sobre todo luego de que en 1977 fueran declarados inocentes.
“Dos caídos más: ¿y qué? Otros ocuparán nuestros puestos, más resueltos y numerosos que nunca. En alto los corazones: ¡viva la anarquía y la revolución social! Este mismo enemigo clava sus inmundos tentáculos en la carne de todos los pueblos de la tierra, prepara el más grande militarismo del mundo y se apresta a esclavizar a la humanidad entera. Hay que aplastarle la cabeza”, escribía Vanzetti -justo antes de su ejecución- al proletariado que nunca bajaría las banderas con su cara y la de su compañero de celda, mártires de toda una generación obrera alrededor de una causa mundial.
Se podría decir que quienes son “santificadxs” por el pueblo, nunca mueren. Por el contrario, siempre están preparadxs para resurgir, sobre todo en momentos de crisis. Quizás por eso, en pleno 2001, la historia de los italianos volvió a hacerse presente en la memoria colectiva argentina a partir de la adaptación dramática de Mauricio Kartun.
Claro exponente de la escena teatral de nuestro país -como dramaturgo y director- Kartun ha sentado un precedente sobre un tipo de teatro que dialoga con el acontecer presente, transformando las obras en actos de militancia. Y no solo en lo respectivo a las temáticas de sus puestas, sino también en las formas de presentar las historias, siempre en sintonía con la actualidad. Así, el autor encuentra en el pasado objetos que recicla, revive y resignifica para mantener viva la memoria de lo muerto, y honrarlo. Es ahí donde reside la riqueza de Sacco y Vanzetti. Dramaturgia sumaria de documentos sobre el caso ya que se vuelve sobre archivos judiciales, mediáticos y familiares para contar los sucesos ya conocidos desde distintas perspectivas que le agregan riqueza histórica, pero también una mirada contemporánea sobre las injusticias políticas y económicas de un sistema que sigue vigente.
De esta forma, la obra de Kartun no solo será una adaptación dramática del caso de Sacco y Vanzetti, sino la historia de todos los inmigrantes, trabajadores o militantes perseguidos en las distintas épocas históricas poniendo el foco sobre los niveles de corrupción y desigualdad que se gestan en los Poderes, a partir de personajes que lo reflejan. Y así lo deja expreso un parlamento a cargo de Sacco -en un ambiente familiar y emotivo que se elige para narrar ciertas partes del relato- dentro del texto de Kartun: “Le bastó con que éramos anarquistas para convertirnos en asesinos. Permítame decirle lo que creo: no son nuestros pecados los que se han juzgado aquí. Son nuestros sueños, nuestras esperanzas. Eso es lo que han condenado. Lo que creen que podrán matar. Y quieren hacerlo tan solo porque estos sueños nuestros les amenazan la realidad (…) No es el cuerpo de su padre el que quieren electrocutar. Son sus ideas”.

Vale recordar que, en pleno contexto pandémico, la obra escrita por Mauricio Kartun, dirigida por Mariano Dossen y protagonizada por Fabián Vena y Walter Quiróz fue presentada en abril del año pasado a través de la web del Teatro Nacional Argentino – Teatro Cervantes y la plataforma «Compartir Cultura» como un clásico que nunca deja de tener hilos de los cuales tirar para reconstruir, una y otra vez, el proceso documental y personal del caso, sin dejar de conmover ante las realidades de toda una generación.
Realidades del momento en que sucedió el caso, en 1920; realidades del momento de la puesta en escena, en 1991, y de sus sucesivas resignificaciones con cada presente de lectura y representación. Fiel reflejo de un teatro crítico-reflexivo, comprometido con la realidad, que busca accionar de forma directa sobre ella y, así, conservar su actualidad a pesar del paso del tiempo. Y una historia, casi mítica, que nunca dejará de ser contemporánea.