Cuenta la leyenda que eran compañeras de facultad y que tomaban juntas el colectivo de vuelta a casa. Habría que preguntarles si en alguno de esos viajes imaginaron el éxito que las acompaña en su presente y si, alguna vez, en sus sueños más utópicos, vislumbraron la posibilidad de cruzar el charco para brindar recitales con entradas agotadas en Argentina. Lo cierto es que Andrea Valbuena y Elvira Sastre son idolatradas en Latinoamérica. Y esa relación de compañeras y amigas, además de colegas, se vislumbra en cada uno de sus shows, en los que la poesía, la música, la emoción y las risas crean un locus amoenus en donde se encuentran las poetas con sus lectores, como si se tratara del living de su casa por la espontaneidad que sacan a relucir sobre el escenario.

Fotografía de Valeria Trias – Ig: valeria.trias
El pasado jueves aterrizaron por segunda vez en Argentina -la primera había sido el año pasado con motivo de su presentación en la Feria del Libro y sus posteriores recitales en Sala Siranush, donde demostraron ser todo un suceso internacional. Su primera parada fue en el Espacio Quality, en Córdoba, que las esperaba con entradas agotadas desde hacía unas cuantas semanas. Los aplausos allí recibidos se multiplicaron luego tras la ponencia de Elvira en el Congreso Internacional de la Lengua Española, en donde no solo presentó su poema “Somos mujeres”, enarbolando la bandera feminista con sus palabras, sino donde también habló sobre las redes sociales como fuente de visibilización de la poesía, dado que tanto ella como Andrea utilizan este canal para publicar fragmentos de sus poemas, llenando de palabras un espacio que parecía reservado a la imagen.
Acto seguido, se encontraron con la ciudad capital. Allí, más de 1200 personas las esperaban en el Teatro Astral, triplicando el número de espectadores de Córdoba, para disfrutar de dos horas de lectura en donde las emociones oscilaban entre la risa y el llanto en cuestión de segundos. Allí contaron, además, con la participación especial de Paola Soto, poeta venezolana, que viene pisando fuerte en el círculo poético con su libro Mal abrigada. Dos días después, los lectores hacían fila para ver de cerca a las poetas y firmar sus ejemplares en El Ateneo, como si en la tinta del garabato sobre el papel eternizaran el recuerdo de la visita de las españolas al país que las abraza cada año. Finalmente arribaron a Rosario, a la Plataforma Lavarden, donde la poesía despertó nuevamente lágrimas y ovaciones durante el tan ansiado recital que agotó entradas a los pocos días de su primer anuncio, cerrando la gira en Cúspide, con una nueva tarde de firmas. Una gira que no solo cumplió, sino que superó las expectativas, siendo de destacar la labor de Miranda Maltagliatti, manager de Elvira y Andrea, quien se cargó la organización del viaje y los recitales al hombro, por lo que merece la pena destacar su trabajo, coronado sin dudas por el éxito de la gira.

Fotografía de Valeria Trias – Ig: valeria.trias
Habitualmente se destaca de ellas que son jóvenes, que son mujeres, que difunden su contenido por plataformas virtuales, como si esa acumulación sirviera para desprestigiar su trabajo y sus obras: Magoa (2016) y Si el silencio tomara la palabra (2018) en el caso de Andrea; y cinco volúmenes de poesía y una novela en lo respectivo a Elvira: Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo (2013), Baluarte (2014), Ya nadie baila (2015), La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (2016), Aquella orilla nuestra (2018) y Días sin ti (2019). La realidad es que más allá de los prejuicios, estas dos poetas desplegaron sus versos en tres noches sucesivas a sala llena, convocando a miles de espectadores a escuchar poesía en un contexto que pone en duda continuamente la lectura. Y aún más llamativo y destacable resulta esto si nos detenemos a pensar que la mayoría del público estaba conformado por jóvenes que no perdían oportunidad de ovacionar a las autoras por medio de gritos, aplausos, e incluso cantando el feliz cumpleaños a Andrea que festejó sus 27 en nuestro país.
“Algo, no sé qué, está pasando” escribió Elvira en su cuenta de Instagram tras el segundo recital. Y sí, algo está pasando. Algo que convoca a jóvenes, y no tanto, a ir a escuchar poesía en medio del actual vaciamiento cultural, marcando presencia y resistencia. Porque la lectura no está perdida y la juventud, que ya espera a las poetas con ansias el año que viene, tampoco.