Es difícil definir el porno feminista careciendo de objetividad, pero básicamente se trata de una nueva vertiente o visión de la pornografía que se sustenta en el feminismo como una forma de equiparar condiciones laborales y físicas entre hombres y mujeres. En principio, quienes lo dirigen cuentan que está pensado por y para mujeres y disidencias.
En el porno convencional (ese que vemos con mujeres que suelen parecer de la tapa de Revista Caras), respaldado por páginas que han sido denunciadas por sus malos tratos para con sus actores e, inclusive, por avalar la pornografía infantil (y promoverla), nos hacen creer que el eje del placer es la mujer; pero esta es solo un objeto para el goce del hombre y para su consumo. Además, las condiciones laborales en el mercado son duras para las actrices: malos tratos, abusos, falta de pago, salario irrisorio y condiciones de trabajo que rozan la crueldad.
Fue así que surgió la idea de diversificar el porno. Que no se trate solamente del goce masculino. Se da lugar, también, a otros cuerpos; cuerpos reales, disidencias y porno amateur consentido, dejando de lado cosas como bukakes o aquellas donde la mujer fuera solamente un objeto de consumo.
¿Cuál es el problema? Que existen muchas opiniones a favor y en contra.
En contra tenemos a quienes sostienen que, más allá de la idea genial de amansar el porno e incluir corporalidades invisibilizadas, la mujer continúa siendo funcional a un sistema capitalista donde ella es el epicentro del consumo. Es decir, no se está peleando contra la pornografía, sólo se la está acomodando y, quienes ganan, lo siguen haciendo a costa de nuestro sudor (literalmente). Se aggiorna, pero la finalidad es la misma: el cuerpo para el consumo. Y el consumo, si bien ha incrementado por parte de la mujer, sigue siendo ejercido, en mayor medida, por el hombre.
No apoyan la equidad de salarios, sosteniendo que la mujer debería cobrar más porque la situación de equidad es meramente aparente. Sin mujer, indican, no habría porno porque el hombre no sustentaría el porno gay como una posibilidad; siempre se mantienen dentro de lo heteronormativamente “correcto”.
A favor tenemos a quienes ejercen la profesión y a quienes consumen y dirigen esta nueva vertiente. Aceptan que el cuerpo de la mujer es para consumo, pero destacan que lo consumen otras mujeres, otras realidades, y que las condiciones laborales y sanitarias contemplan todos los derechos de una trabajadora como cualquier otra. Además, insisten en que darle difusión al porno feminista permitiría dar de baja a páginas que mantienen todavía el porno como consumo sustentable de la crueldad hacia la mujer.
Por este motivo, las páginas suelen ser pagas o te obligan a suscribirte (siempre siendo mayor de edad) porque consideran que el acceso tiene que ser igualitario y solventar la salubridad y el derecho de sus trabajadoras (y trabajadores). Quienes trabajan en la industria del porno y participan, actualmente, de esta nueva re-versión, manifiestan que el salario es acorde a las producciones, que las mismas tienen diseños y una filmación que vale la pena ver, y que su contenido no es solamente placer. Visibiliza.
Como escritora, en este caso rozando la tibieza, solo voy a mencionarles algunas páginas para que las descubran por sí mismas, mismos y mismes. Y les dejo esta cuestión sobre la mesa: ¿abolición del porno?
Páginas que se recomiendan para ver porno feminista:
Lust Cinema, quizás la más conocida, siendo su autora y directora Erika Lust.
Ersties, sitio que es un boom porque las actrices y actores aparecen con sus parejas reales.
Frolic Me, conocida por su variedad al momento de ampliar el placer sexual haciendo uno, por ejemplo, de juegos y juguetes.
Estas son las más conocidas y pueden encontrarse en Google con facilidad. El resto queda a criterio de sus ganas de explorar.