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No todos desean ser influencers

Hace unos días terminé de ver #horror, una película de cine independiente del año 2015, supuestamente basada en hechos reales, donde actúa Chloe Savigny (Psicópata Americano, Zodíaco) bajo la dirección de Tara Subkoff.

Las protagonistas son un grupo de niñas de doce años: Sam, Georgie, Cat, Francesca, Sofía y Eva. Como su nombre lo indica, es una película atravesada por el horror, a la vez que la utilización del hashtag en su título no es casualidad.

Las críticas que recibió fueron mixtas, más bien negativas. ¿Por qué? El grupo de seis niñas se reúne para “disfrutar” de una “inocente pijamada” pretendiendo ser amigas, pero todas quieren lo mismo: trascender a través de una red social. La película es filmada, de a momentos, usando hashtags y filtros al mejor estilo virtual, aunque las críticas que se desataron en torno a ella pregonaban que quería evidenciar que las redes sociales eran malas.

Horror | Netflix

La película no sostiene este eje, sino que busca generar en el espectador, a mi entender, una suerte de reconocimiento de lo que el uso excesivo de las redes puede provocar, específicamente en adolescentes. Todas las protagonistas tienen alguna cuestión de índole personal que las aqueja, presiona y las hace sentir distintas, además de querer competir con las otras: problemas con los padres, con su sexualidad, propagación de rumores, diferencia en adquisición económica, discriminación por su cuerpo. La cuestión más cruda: todos estos males son provocados entre ellas en una suerte de competición por ver quién tiene más llegada en esta red social utilizada en la película.

Lo que me lleva a una realidad actual -siendo, como mencioné, que la película fue trabajada en 2015- es la pregunta sobre los famosos influencers. ¿Qué es un influencer? Buscando definiciones en internet llegué a esta conclusión: es una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto. Para la RAE es la habilidad de una persona para influir sobre otra/s. Los influencers se manejan constantemente mediante las redes sociales en busca de reconocimiento (a través de seguidores), de canjes (a través de marcas), y de desarrollo personal (a través de quién sabe qué).

Mi crítica hacia ellos siempre ha sido sincera: son comunicadores de opinión, lo quieran o no, y sólo por eso llevan una pesada carga. La película tiene que ver con este desarrollo. Las niñas buscan ser reconocidas y serán capaces de cualquier cosa para conseguirlo, inclusive realizar cyber bullying sobre una de su grupo para tener más “views” y “seguidores”.

horror: cannes premiere turned teenage protest - i-D

No quiero opinar sobre si es una película buena o mala, quiero dejarlo a criterio de ustedes. A mí me ha gustado por el tema que desarrolla sin ahondar en el mismo desde una perspectiva antropológica. Busca entretener generándonos una duda: ¿son las redes sociales una buena forma de conexión? Depende de cómo se usen y de quién lo haga. Eso sí, pareciera que todos quieren tener una tajada y creo que todos nos vemos subsumidos en la vorágine.

Pero no nos confundamos. La hipersexualización que provoca esta misma vorágine no es para aplaudirse. Tampoco todos los influencers son enemigos de la comunicación social y, sin duda, no todas, todos y todes desean llegar a esta categoría.

Mirá el tráiler:

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