Un mensaje de whatsapp de un número desconocido llega a su celular. En el texto hay una explicación escueta de quién es la que escribe, pero no detalla ni da precisiones de dónde obtuvo su número. Sin embargo, lo que sí queda claro, es la invitación a participar a un casting de una nueva serie en la que se está trabajando. “Apache” resuena en su mente durante un rato, mientras camina de regreso a su casa. Algunos portales digitales habían comentado, hace algún tiempo, que Netflix estaba trabajando en la autopic de Carlos Tévez, uno de los jugadores de fútbol argentino más queridos de los últimos años. Pero todavía la información sonaba ajena para la mayoría de las personas. Él nunca había escuchado hablar del fuerte, como también le dicen al icónico barrio donde nació el astro, ni tampoco lo había relacionado con el apodo del delantero, por lo que pide más detalles de la propuesta a la productora que lo contactó. La rareza que había sentido hace algunos minutos se disipa por completo después de leer con atención todo el material que le envian. Ahora solamente puede pensar en pasar ese casting.
Gregorio Barrios había llegado a Buenos Aires hacía poco más de un año, desde Puerto Madryn, una de las ciudades turísticas más visitadas del sur de nuestro país. Vino con una mochila llena de ilusiones que había cargado desde que su padre lo inscribió en “El Galpón de la Escalera”, el primer teatro independiente de su ciudad. “A los cinco años mi viejo me había ofrecido hacer teatro y le dije que sí, aunque no tenía mucha idea de qué se trataba”, y recuerda: “teníamos circo, acrobacia, expresión corporal, hacíamos escenas, todo. Había algo de ese espacio que me hacía desconectarme con mi historia, con mi persona. Me contenía tanto que nunca lo quise dejar”, confiesa el actor.
No obstante, no fue hasta que terminó el secundario que se animó a venir a vivir a Buenos Aires. A pesar de que desde los 14 años que sabía que su futuro se encontraba a miles de kilómetros de su ciudad natal. “Yo le decía a mi vieja que me iba a ir a terminar el colegio a Buenos Aires, porque yo tenía familiares acá”, relata mientras recuerda que utilizaba como argumento la promesa de trabajar y estudiar al mismo tiempo para que lo dejaran viajar.
El principio de su estadía en la ciudad fue difícil. El cambio de ritmo de vida fue radical, pero con el correr de los meses y con la contención de sus amigos pudo empezar a adaptarse a las muchas veces acelerada city porteña. “Estaba como muy acelerado de todo ese cambio drástico, pasé de estar en la playa a estar todos los días en la ciudad”, recuerda. Sin embargo, ese comienzo complicado no impidió que sus planes, que había detallado en su mente años atrás, se arruinaran.

PH: Santiago Leguizamón – SIMBIOSIS CULTURAL
Después de terminar su primer año en la facultad en la EMAD (Escuela Metropolitana de Arte Dramático), lugar que ya había definido para estudiar antes de su arribo a Buenos Aires, acababa de realizar su primer casting con Netflix, uno de los gigantes de producción internacional.
“A los treinta días del primer casting, me dicen que les gustaría hacer otro conmigo pero con los directores. Entonces ahí me junté con Adrián Caetano y con Nicolás Goldar Parodi, y empezamos a armar el personaje”. Sin embargo, pese a la fascinación y el potencial que veían en él, el actor señala que en varias oportunidades estuvo a punto de no estar en la serie, porque necesitaban que su personaje juegue al fútbol y maneje, y esas eran cualidades que le eran esquivas. “La primera vez que me subí al auto de mi vieja se lo choqué, imaginate”, dice entre risas y, añade: “Tuve que hacer un tercer casting hasta que dijeron este tiene que ser Hernán, no importa que no maneje, no importa que no juegue al futbol, no importa nada”.
Su personaje fue uno de los más comentados y controversiales de todos los fanáticos que veían la serie. Hernán era el pibe que se crió solo, como pudo. Era un pibe que no tuvo la contención familiar que tuvo Carlos Tevez y que tuvo que buscarla en otro lado, aunque ese lado fuera el equivocado. “Apache” no solo fue el camino glorioso del pibe que sí pudo, iba mucho más una allá. Era la crítica al contexto social que viven miles de chicos en el país, donde las desigualdades y la falta de oportunidades están presentes todo el tiempo. “Mi personaje me hizo fijarme, como más en profundidad, de lo que uno elige, de lo que uno puede elegir y de lo que no puede elegir, y dentro de lo que puede elegir, hay que ver qué posibilidad tiene y cuáles no”, reflexiona mientras recuerda la convivencia en Apache, durante la filmación: “la gente tenía ganas de hablar y ser escuchada, como de contar algo de su historia, eso era loco porque claro, a estas personas las tienen marginadas y nadie los escucha realmente”.

PH: Santiago Leguizamón – SIMBIOSIS CULTURAL
La construcción de Hernán no fue tarea sencilla, fue una búsqueda que hicieron tanto él como los directores desde la primera vez que lo vieron. La química y el resultado obtenido entre ambos hicieron que su personaje se convirtiera en uno de los más halagados desde su estreno. Incluso, llamó la atención de otros colegas que lo convocaron para otros trabajos, como la realización de su primer unipersonal, “Azul Ultramarino”, que se estrenó en Diciembre con localidades agotadas en la Fundación Sagai.
Sin embargo, el primer llamado a participar de un casting, después del éxito de la serie, fue el rodaje de “Yo Adolescente”, la película de Lucas Santa Ana, que relata la vida de Zabo Zamorano, basado en el propio libro del protagonista. “En la película interpreto al mejor amigo de Zabo (protagonizado por Renato Quattordio), que tiene que aconsejarlo en varias cosas que le están pasando en su vida”, adelanta el actor mientras los seguidores de la película, esperan con ansias su estreno, que aún no tiene fecha confirmada.
Todavía, pese a alejarse la fecha del estreno de la serie donde le tocó ser una de las grandes revelaciones, le parece extraño que la gente en la calle lo reconozca, lo pare para pedirle una foto o incluso lo inviten a participar de festivales, como el ocurrido hace poco tiempo en la ciudad que lo vio nacer, donde tuvo la posibilidad de regresar como invitado de honor. Recuerda a su padre, cuando lo llevó por primera vez a una escuela de teatro, como si hubiera intuído un potencial en él desde temprana edad y también ese mensaje que le llegó al poco tiempo de llegar a Buenos Aires, como si estuviera escrito en algún lado que tenía que venir y cumplir lo diagramado en su mente desde hacía muchos años.