Recientemente Netflix estrenó la miniserie documental, Escena del crimen: desaparición en el hotel Cecil, donde se relata, analiza y cuenta con lujo de detalle la misteriosa desaparición de una turista canadiense, Elisa Lam, en un controvertido hotel en California, Estados Unidos. También nos sumerge en el inmenso poder que tiene internet, a raíz de la viralización de un extraño video del hotel con las últimas imágenes de la joven, y en cómo ese poder casi incontrolable puede llevar a condenar socialmente a personas inocentes.
En el verano de 2013, Elisa Lam, una joven estudiante canadiense, decidió tomarse sus primeras vacaciones sola a Estados Unidos. Su sueño era recorrer la mayor parte posible de la Costa Este de California. A finales de enero, arribó al Hotel Cecil, ubicado en el corazón de Los Ángeles, y allí pasó su estadía en la ciudad hasta el 31 de enero, día en el cual debía dejar el hotel y se perdió el rastro de ella.
Reportada su desaparición, la policía comenzó una búsqueda minuciosa por todos los lugares que pudo haber visitado, incluyendo el relevamiento de todas las cámaras de seguridad del hotel. En las grabaciones se encontró el ultimo rastro de ella con vida, en donde se la ve entrando y saliendo de manera muy extraña de un ascensor. Ese video fue difundido el 14 de febrero y, en cuestión de horas, se volvió viral en todo internet. El caso ya había acaparado la atención de todos los medios. Por respeto no subiremos el video completo.

Tras su viralización, decenas de youtubers comenzaron a elaborar teorías de todo tipo respecto a qué le podría haber sucedido a la joven estudiante, desde que algún empleado del hotel debía tener información que no quería revelar sobre la desaparición, hasta la locura total de pensar que el ascensor la había llevado a otra dimensión alterna, como si se tratase de alguna película de terror.
Sin dudas todas las teorías elaboradas por los medios, junto con la aparición de varios investigadores privados que trabajaron en el caso, llamaron la atención de la gente. Tanto es así que cuantas más personas se involucraban, nuevas teorías aparecían y se señalaban como responsables a personas inocentes que, de casualidad, se habían hospedado en el hotel días antes o semanas posteriores.
Uno de estos casos derivó en un escrache y acoso masivo por redes sociales a “Morbid”, un cantante de Black Metal, que en sus letras hablaba de asesinatos y de pactos con el diablo, y que se había hospedado en el Hotel Cecil, pero en un periodo muy distinto al que estuvo Elisa. Todo el escrache recibido lo deprimió de forma tal que llegó a pensar en quitarse la vida, algo totalmente extremo causado por denuncias infundadas por youtubers y potenciado por usuarios anónimos en distintas redes sociales.
¿Hasta dónde es correcta la utilización de las redes para elaborar teorías sobre un hecho grave como una desaparición? ¿Es correcto o ético opinar sobre una persona sin que esté denunciada previamente en la justicia? ¿Vale todo por tener más seguidores y likes?
A mi entender, todo debería tener un límite, y no me refiero a que los gobiernos deben poner sanciones o restricciones en internet, sino que cada individuo, influencer o youtuber debería ser más responsable, tanto moral como éticamente, sobre lo que publica o comenta ya que debe saber que, aunque sea o no sea su intención, influirá sobre decenas de personas, lo que puede llevar a que sucedan cosas graves.
SEAMOS CONSCIENTES Y HAGAMOS UN USO RESPONSABLE DE LAS REDES SOCIALES.