Título: Cartas para la manada
Autora: Cecilia Solá
Editorial: Árbol Gordo
Páginas: 60
Género: Literatura Social – Feminista
La Venus, de Botticelli, y el Hombre de Vitruvio, de Da Vinci, son mucho más que dos expresiones artísticas famosas. Tanto en su tiempo, como en la posteridad y hasta el día de hoy, representaron a la perfección los ideales renacentistas y antropocéntricos en relación al hombre y la mujer. Tal y como afirma Luan Vieira en la introducción a la obra que nos convoca, la vara nunca fue la misma a la hora de hablar del papel que cumplían (y debían cumplir) ambos seres a nivel social. Mientras que el hombre era la medida de todas las cosas, como lo refleja la obra de Da Vinci, la mujer se presentaba de forma idealizada, frágil y seductora como la Venus, escondiendo bajo esos atributos su función reproductiva y servicial, que la obligaba a callar y obedecer.
Nunca la Historia tuvo en cuenta a esas mujeres, nunca les dio voz, ni fomentó su lucha, y mucho menos permitió cuestionamientos de su parte. Pero el devenir histórico sigue su curso. Así como las profundas transformaciones en la mentalidad humana signaron el paso de la Edad Media a la Edad Moderna, también dieron lugar al Renacimiento del hombre, protagonista absoluto de la Historia. Sin embargo, ha llegado la hora de intervenir esa Historia, hackeando sus imágenes representativas y reescribiendo el relato desde la perspectiva femenina, utilizando la primera persona. La Mujer de Vitruvio se esgrime, así, en la tapa del libro de Cecilia Solá, pero también en la bandera de su lucha; esa lucha feminista contemporánea compartida con la manada, protagonista indiscutible de cada uno de los textos de Cartas para la manada, y que construye, día a día, su propio renacimiento.
Activista por los Derechos Humanos y miembro del Ni Una Menos Resistencia, Cecilia Solá nos presenta trece relatos breves, pero no por ello poco intensos, que se proponen mostrar las realidades en las que se encuentran inmersas muchas mujeres en la actualidad. Naraciones que visibilizan la crueldad, el desprecio, la violencia, pero que también invitan a lxs lectorxs a sumarse a una lucha que grita, cada vez más fuerte, que una somos todas y todas somos manada, en palabras de la propia autora.
Cartas para la manada es un solo libro, sí, pero en él convergen infinitas historias que presentan personajes con nombres ficticios que pueden ser reemplazados por nombres tomados del mundo real aunque los hechos narrados parezcan sacados de los más terribles relatos de terror. Mujeres que anhelan hablar, contar, gritar y pelear por que sus derechos sean respetados, invitando a que más gente se sume a su lucha para reescribir en conjunto una nueva Historia desde la perspectiva de esos seres que siempre fueron obligados a callar.
Los relatos de Solá son desoladores. Si hay algo que los une es la idea de morir en vida; porque respirar no es lo mismo que vivir y las mujeres protagonistas del libro de Cecilia lo saben. Algunas quedan sin signos vitales, es verdad, pero otras sufren cada día de vida y van muriendo en lenta agonía tras ser, constantemente, violentadas, vapuleadas, reducidas, condenadas, silenciadas. ¿Cuál es el sentido de vivir así? La noche se extiende sobre estas mujeres y su sufrimiento. A temprana edad ya reciben comentarios sobre sus cuerpos por no encajar en el status quo; durante la adolescencia, son juzgadas por sus elecciones sexuales; en la adultez, conviven con la violencia de género, no son respetadas durante los partos, deben afrontar solas la maternidad, no son tenidas en cuenta en las decisiones familiares, se las obliga a tener una apariencia impecable que no deje entrever los problemas de fondo, trabajan en sus casa como sirvientas (sin que ese trabajo sea reconocido como tal), su círculo más íntimo desprestigia su lucha; todxs las juzgan: por salirse del canon establecido por vaya a saber quién, por anhelar ser libres, por no escapar de una realidad que las tiene presas.
Mientras tanto, Cecilia Solá les extiende la mano, hace escuchar su voz. Nos presenta así un verdadero infierno, desde el cual se escriben sus cartas, haciendo saber a todxs que hasta el mismísimo diablo, cada vez más debilitado, le teme a esta manada, cada vez más multitudinaria y fuerte.