Saltar al contenido

Amor Elefante: Sentir con los pies en la tierra

¿Por qué perpetuamos la idea de que el amor es, en realidad, un volcán cuya herida trasciende lo mundano? ¿Qué clase de experimento incautó al amor para corromper su materia, deformarlo y convertirlo en un puercoespín? Se dice, a veces, que se puede tener lo mejor de dos mundos: placer y dolor, porque la fórmula aquella es la única que mantiene vivo cada pétalo de una flor. ¿De qué se tratan esos dos mundos? ¿En dónde quedó guardada la idea de que, lo mejor del amor, no es lo mejor de dos mundos, ni dos mundos en absoluto, sino lo que recae en el mal aliento de cada mañana?

¿A qué le tenemos tanto miedo?

Cuando Roland Barthes define a la anulación como la idea de suprimir al objeto amado bajo el peso del amor mismo (lo que el sujeto ama es el amor y no el objeto), parece referirse a estas últimas generaciones. Me atrevo a testificar que amar el amor se ha convertido en una tarea tan exigente como tóxica, que ya no se busca el placer de la última gota del néctar de la dulzura, sino que la saciedad parece un oasis y la sed es simplemente un monstruo que destruye lo que no lo llena. Cuando nos olvidamos de lo valioso que es amar a una persona, con sus rarezas y su extrema cotidianidad, con la furia y con la vergüenza, y nos aferramos tanto a buscar aquel amor que alguna ocasión la vida nos regaló para resentir su final, el amor deja de sanar porque llega para doler.

Amor Elefante es una banda argentina que entendió que la rareza del amor no es como la de un diamante, porque la misma no se manifiesta bajo presión, sino todo lo contrario: la lucidez que regala el afecto está escondida en su materia más común y visible.

Un proyecto que conoce su nacimiento en el año 2009 y que cuenta con un estilo musical digno de una película de Greta Gerwig o de formar parte de la banda sonora de Girls, con Rocío Bernardiner en la voz y guitarra, Andrés Merlo en el bajo, Inés Copertino en los teclados y samplers, y Rocío Fernández en la voz y la batería. Una unión dada a partir de un mensaje de MSN, las meras ganas de tocar y buscar expresar ideas que en los cuadernos ya no hacían ningún ruido.

“Creo que no nos duró tanto el chat. Por chat charlábamos más tipo ‘Che, hola, quiero armar esto’, y no es lo mismo que en vivo. Así y todo, nosotras ya chateábamos antes en otro que no era MSN, pero creo que fue eso, que al toque de hablar en MSN nos conocimos personalmente, y al toque nuestro vinculo fue 100 por 100 ao vivo. Nos juntábamos miles de horas en la casa de Ro, nos juntábamos a merendar, como que no éramos tan virtuales. Éramos todas medio vecinas, y entonces también nos juntábamos mucho porque estábamos cerca.”

Y pareciera ser que la idea de aggiornamento de la música con lo tecnológico no solo es literal -en el sentido de que la banda indie se haya formado por la magia de las redes sociales- sino también que tal aspecto se ve reflejado en su cualidad dócil de adquirir nuevos sonidos e instrumentos a medida que su proyecto se va gestando.

“Nuestra música se fue reincorporando. Nosotras empezamos siendo una batería, dos guitarras, bajo, y si te referís a la música en ese sentido, sí, re. Todas fuimos incorporando y de repente encontrando placas de sonido, empezando a usar el programa de grabación, programas de producción. Ine pasó de tocar la guitarra a tocar un sinte, después sinte y sample, a programar la batería desde los programas de grabación y producción. Sí, nos fuimos volviendo más sintéticas en el sonido.”

Pero, indistintamente de cualquier cambio que la banda pueda ver reflejado en su música, desde el inicio de esta hasta hoy, hay un aspecto en particular que se mantiene intacto y suena con la mayor intensidad de todas. Por más cliché que suene, obvio o hasta innecesario de mencionar, lo que fortalece sus trabajos y hace que el resultado sea tan armónico como pegadizo es la libertad de cada una de ellas de hacer la música que les nace del corazón. Cada sentimiento es tan puro como sincero y es tan transparente el goce de cada melodía que hasta las baladas tristes roban sonrisas.

Siendo el mensaje directo o no, como en el principio de su trayecto, la idea de amor siempre está. Pero, ¿por qué es tan llamativo, en este caso, si la mayoría de las bandas usan ese aspecto para hacer música? Y ahí está la respuesta. Amor Elefante no usa al amor para terminar un disco o concluir una letra, es aquel sentimiento el que las dirige a ellas, siendo todo tan orgánico y original en cada canción producida hasta hoy. Tan orgánico, que no se dieron cuenta en su último disco, Billetes Falsos, que habían escrito una novela de (des)amor.

“Las canciones hablaban por sí solas. Eze lo que nos propuso fue compartirle al oyente, decir ‘che, armémoslo como un cuento’, así el oyente podía compartir la historia y en su cabeza armarse la novela. Después, a la novia de Ine la invitamos a participar y se le ocurrió también eso del llamado al principio que tiene una cosa, que se pelean, te llamo y no me atendés. Creo que fue un disco que nos divertimos un montón haciéndolo, fue un proceso re lindo, la grabación fue súper divertida, estábamos muy unides los cuatro, fue un momento de disfrutar un montón. Tal vez todo de eso había sido como antes, que dos personas que hacen una banda corten, y bueno, eso es un bardo, pero me parece que ya para el momento que hicimos el disco, estábamos en otra. Me parece que nos pudimos concentrar en eso y disfrutarlo, y las canciones tenían una carga emocional re fuerte, como que eran las canciones de nuestra banda. Fue otra cosa muy única, porque creo que fue un disco que lo grabamos diferente al resto de los discos. Fue como que estuvimos varios días en un estudio y experimentamos con un montón de cosas sonoras. Fue eso también, estar los cuatro ahí con Eze trabajando, una intensidad muy agradable y por ahí quedó eso ahí también plasmado en el disco, esa intensidad del momento. ”

Billetes Falsos ha de ser uno de los discos que mejor transita el sentimiento de ruptura con alguien, cuando aún hay residuos de un amor que se incendió antes de tiempo. Abrazando y no resintiendo la situación, cada lamento presente en el álbum es igual de real y dulce que aquellas canciones que son la representación sonora de un día de semana a las 3 am, recordando las primeras sonrisas de aquel amor que en algún momento cegó con su fulgor heridas propias y ajenas.

Escucha Billetes Falsos en Spotify:

Sí, hay ira en Billetes Falsos, hay impulso, melancolía, y todo lo que tiene que haber en una relación amorosa real e imperfecta. Amor Elefante difunde la idea de este sentimiento, acogiéndolo con los baches que pocas personas están dispuestas a afrontar. Uno no se queja de que las piedras son duras o el viento es etéreo. Cuando aprendemos a convivir con los lunares de las cosas es cuando hay paz, y cuando hay paz, somos nosotros mismos.

Al final de la entrevista, desafiamos a las integrantes de la banda a recomendar momentos para escuchar su música, qué canciones y cómo.

“Mirandesco es para escuchar a las tres de la mañana bailando, y llorando tal vez. El Guinness, de Billetes Falsos, es para escuchar preparando un arroz con verduras, tipo cortando la verdura, y tomando sodita con limón; Y Disimulando, merendando con amigas.”

Escucha Mirandesco:

Mi recomendación: escuchen Amor Elefante de manera aleatoria, en cualquier momento del día. Lavando los platos, ordenando la ropa recién lavada, en la ducha. Lo que vuelve romántica a la banda es la mundanidad de los sentimientos, es la idea de dejar de sentirse vulnerable por reconocer el cariño.

PH: Sofia Martins.

Autor

Florencia Cazachkoff

Periodista y estilista de moda

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *