A veces creemos que por pertenecer al siglo XXI muchas batallas las tenemos ganadas, pero en verdad no siempre es así. Años atrás el colectivo LGTBIQ+ se encontraba reprimido por su forma de ser y también de sentir. Características que nos llevan a encasillar a una persona y a invadirla en su sexualidad, se encuentran ligadas a un pensamiento que comenzó en los años 50. La serie “Alguien tiene que morir” atraviesa, sin más, muchos de los prejuicios y odios a una comunidad a la cual encarcelaban, torturaban y hasta mataban por sentir diferente.
La miniserie de Netflix cuenta, en pocos capítulos, la historia de Gabino Falcón, un joven que regresa a España después de pasar años viviendo en México. El protagonista no vuelve solo, sino que trae consigo a un amigo mexicano, bailarín de ballet: Lázaro. En la España conservadora de los años 50, la amistad entre estos dos hombres desafia a la sociedad, poniendo en jaque algunas tradiciones ridículas.
La familia de Gabino lo esperaba, no solo con los brazos abiertos, sino con un futuro encaminado. Al pisar Europa, el recién llegado ya contaba con un cargo alto en una empresa ricachona y una esposa esperándolo en el altar. Los planes del protagonista eran, sin dudas, muy diferentes. Su idea era poder viajar a París con su amigo y recorrer hermosas ciudades junto a él. Lo que pocos podían comprender era lo lejos que se quería mantener Gabino de su pasado en España, cargado de dolores como la muerte de su abuelo, el infierno de su padre, la mala vibra de su abuela y un amor pasado que tuvo con un amigo de la familia.
Sin embargo, como la mala pasada no lo tenía muy emocionado, Gabino decidió arruinar alguno de los planes de su familia. Lo que jamás se imaginó fue que su vida se convertiría en una pesadilla.
Sin más spoilers, me interesa abordar el prejuicio ante la profesión de su amigo: el ballet. En la España de ese entonces, no estaba bien visto que un hombre se dedicara a bailar y, mucho menos, ese estilo clásico. Isaac Hernandéz, quien interpreta al personaje, es un actor y bailarín mexicano que nos conmueve a través de sus pasos y su disciplina en la serie. Su pasión lo lleva a ser señalado como la pareja de Gabino y, por lo tanto, un “invertido”, un inadaptado en la sociedad.
En la antigua España, entonces, no eras detenido solo por ser un “rojo” y tener una ideología que no se amoldaba a la del gobierno de turno, sino que ser homosexual era también una condena social y perpetua. Cárceles apestadas y torturadoras le esperaban a la persona que no pudiera encajar en ese pensamiento conservador que parecía desaprobar todo comportamiento que no fuera de “hombre”.
Hoy en día, creemos que nos encontramos en una sociedad más abierta ante las diferencias del otro. Sin embargo, todavía existen personas que ponen entre barrotes a aquellos que viven su sexualidad libremente. Las cárceles no son como las de España en los años 50, pero sí son encasilladoras. Todavía algunos se sorprenden al ver a un hombre en mallas de ballet. ¿Cuántos comentarios de personas adultas hemos escuchado cuando ven que dos hombres pasan mucho tiempo juntos?¿Acaso en la antigüedad se castigaba la amistad? ¿Es tan difícil ser y dejar ser?
“Alguien tiene que morir”, el thriller protagonizado por actores de lujo como Ester Expósito, Alejandro Speitzer y Carlos Cuevas, nos deja estas y un par de preguntas más en la cabeza cuando la terminamos. Una sensación de angustia y desesperación ante una serie que es atrapante, y a la vez corta, porque con tan solo 3 capítulos te mantienen pegado al televisor esperando ver qué puede llegar a pasar.