Contexto de cena familiar. La política surge como tema en una mesa que reúne las más diversas ideologías partidarias. Vacunas, fases, restricciones, privilegios y acomodo son palabras que sobrevuelan el ambiente, ya no tan distendido, en plena incertidumbre ante una posible nueva ola y la vuelta al confinamiento total.
Alguien menciona que los medios de comunicación juegan un papel determinante, no solo al momento de informar, sino también de generar opinión sobre lo que acontece -haciendo clara referencia a los consumos mediáticos en relación con la construcción de la paranoia o la tranquilidad en múltiples sentidos- a lo que varixs responden que no, que el pensamiento se gesta de forma individual, sin influencias externas, y que ellxs no repiten discursos de nadie, ni acatan «información tergiversada afines a aumentar la grieta”, sino que analizan por sí mismxs los datos que se les presentan y, a partir de eso, crean sus propias conclusiones. De dónde sacarán los datos, me pregunto yo, mientras en los alrededores comienza la hecatombe de planteos en el circo del todxs contra todxs, disfrazadxs de un gran hablemos sin saber.
En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 3 de mayo como Día Mundial de la Libertad de Prensa en respuesta a la Declaración de Windhoek, elaborada por periodistas africanos, que impulsaba el desarrollo de una prensa libre, independiente y pluralista como componente esencial de toda sociedad democrática. Asimismo, se propuso conmemorar en esta fecha a todxs lxs periodistas que, históricamente, arriesgan -o incluso han perdido- su vida al momento de llevar a cabo la tarea de informar.
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿qué puede entenderse por libertad de prensa? De forma sumamente resumida, el derecho de los medios de comunicación de investigar y mantener informada a la sociedad sobre los acontecimientos que transcurren, sobre todo en tiempo presente, sin correr peligro de ser víctimas de censura, persecución u hostigamiento al momento de ejercer su labor.
En tiempos de encierro y aislamiento social, entre datos cuantitativos y actualización de medidas que continuamente exigen estar a la orden del día alrededor del virus que acecha a nivel mundial, los medios de comunicación resultan esenciales -más que de costumbre- para garantizar el acceso a la información de la forma más democrática y multitudinaria posible. Sobre todo teniendo en cuenta que tal acceso a los bienes informativos proporciona conocimiento y que el conocimiento, en todo contexto, es sinónimo de poder.

Por lo tanto, en este día -como impulso a lograr reflexiones que perduren en el tiempo- es importante focalizar en las mejoras de las capacidades de alfabetización mediática y comunicacional para que la opinión pública reconozca, valore y defienda el periodismo como un bien común, poniendo énfasis en su independencia en pos de darle el lugar que se merece dentro de la sociedad.
Por otro lado, resulta esencial mencionar la necesidad de desarrollar iniciativas que tengan como fin derribar la desinformación, los discursos del odio, las teorías conspirativas y, en resumen, el analfabetismo mediático, impulsando la legitimidad de la información y su consecuente valoración de la comunicación periodística. Solo así se haría frente contra la censura y la coerción de publicaciones, generando un mundo más ameno tanto para quienes ejercen el periodismo, como para la sociedad que continuamente entra en contacto con él.
Con motivo de abarcar distintos frentes, la UNESCO propone cada año un tema sobre el cual debatir y profundizar en las diferentes jornadas conmemorativas. El elegido de este año es “la información como un bien común” en el sentido del compromiso periodístico de brindar datos verificables y confiables a la comunidad, produciendo y difundiendo desde la libertad de prensa, pero entendiendo la responsabilidad y los efectos que pueden producir la desinformación o los contenidos perjudiciales.
Asimismo, en este contexto particular, se busca poner énfasis en tres aspectos centrales de la comunicación: el desarrollo de medidas que garanticen la viabilidad económica de los medios de comunicación; la búsqueda de mecanismos de transparencia de las empresas de internet; y del impulso de mejoras en la alfabetización mediática para reconocer, valorar, defender y exigir el periodismo como un bien común.
A modo de cierre -que en realidad tiene como fin servir de apertura a la reflexión colectiva- te dejamos cuatro recomendaciones audiovisuales para seguir pensando en la libertad de prensa desde diferentes contextos y perspectivas, pero siempre bajo un mismo lema: que nunca nadie nos limite la libertad de expresión.
1. Ciudadano Kane (1941)
Esta película, que llevó a la fama a Orson Welles, critica el poder que tiene la prensa y demuestra lo que esta representa dentro de la sociedad.
2. Todos los hombres del presidente (1976)
Este film pone en evidencia la importancia de la libertad de expresión y la lucha ante los poderes políticos, la corrupción y la anarquía, donde la verdad debe sobreponerse a la censura para alcanzar la justicia.
3. Verónica Guerin (2003)
Cuenta la historia de una periodista irlandesa que fue asesinada por investigar asuntos relacionados con el narcotráfico en un contexto desfavorable para el periodismo independiente.
4. Matar al mensajero (2014)
Basada en la historia real del periodista estadounidense, Gary Webb, pone en evidencia las conexiones de la CIA con el mundo de la droga en los barrios afroamericanos del país.